Pocos meses tras que nos mudáramos a vivir a nuestra casa, hace años ya, llegamos a tener de inquilina a la madre de Mini Curiche y hermanas, una gata de chalet venida a menos luego de que sus amos la botaran por haberse preñado (lo cual es muy usual -y terrible-, como todos sabrán). Por tener origen de alcurnia, no podía entender por qué era que sus nuevos protectores la obligaban a permanecer en el patio como una gata más, en vez de estar en la comodidad del interior hogareño. Y por ello episodios como el acá retratado ocurrió muchísimas veces, con finales bastante malos, y unos pocos divertidos, como este. Decir que no pude retarla ni sacarla a patadas porque la guata me dolía de la risa :3